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17 de agosto de 2011
Comenzamos a caminar cuando los primeros rayos de sol acariciaban ya las inmediaciones del refugio Josep María Blanc. Habíamos desayunado bien gracias a las atenciones de los guardas del Blanc y estábamos ya dispuestos a afrontar la jornada de ese día, que se presentaba como larga (de unos 15 kilómetros) y difícil ya que debíamos atravesar dos escollos, el Collado de Monester y el Collado de la Ratera. Si todo iba bien deberíamos estar a medio día en el refugio Mallafré, que utilizaríamos como lugar para almorzar y prepararnos para la última parte de la etapa.
Lo primero de todo era volver sobre nuestros pasos y subir la pronunciada pendiente que asciende vertiginosamente desde el lago hasta coger la cota del camino que conduce al Refugio Mallafré. Lo cierto es que el día anterior nos habiamos estado planteando realizar una ruta alternativa que parecía más corta en kilómetros, pero que en vez de cruzar el Collado de Monester subía hasta el Collado de la Valleta Seca, superando la Cresta de Fonguera. Este camino parecía conectar de forma más directa con el Refugio de Ernest Mallafré y sobre el papel solo parecía un poco más complicado, con algo más de pendiente, que la opción de Monester. Sin embargo la intuición me decía que algo no era lo que parecía. Si algo me había enseñado la experiencia es que el terreno de Aigüestortes no es solo lo que se ve en los mapas, sino que el terreno se puede volver enormemente complicado y casi técnico si se atraviesa una zona de bloques compleja. Por otro lado toda la gente que teníamos alrededor, en su mayoría catalanes y con conocimiento del terreno, estaban optando por el paso del Monestero, más largo. Evidentemente había algo que se nos escapaba.
Nos acercamos a un grupo senderista barcelonés que venía guiado por dos miembros con muchísima experiencia en Aigüestortes. Nos confirmaron lo que intuíamos. El paso de Valleta Seca period más corto, pero podía convertirse en una trampa. tenía amplias zonas de bloques en partes con muchísima inclinación, lo que podía ralentizar (en el mejor de los casos) enormemente la marcha, convirtiéndolo en definitiva en un paso más lento que el de Monestero. Por lo tanto la opción parecía clara.
Nos ajustamos las mochilas y comenzamos a caminar. Cruzamos la pasarela que divide el Estany Negre del Estany Tort e iniciamos el rápido ascenso por la montaña que nos separaba del camino principal, que abandonamos en el día anterior para llegar al Blanc. La subida a veces se producía entre rocas, pero afortunadamente había dispuestas algunas grapas” de hierro, a modo de by way of ferrata, que facilitaban los agarres. En poco menos de veinte minutos habíamos alcanzado la altura del cruce que marca la dirección al Mallafré. A partir de aquí un ligero sendero comienza a ascender hasta remontar una loma, momento en el cual se suaviza el ascenso mientras se dirige hacia el Pico Monestero, que ya aparece recortado enfrente nuestra. A nuestra izquierda , un lago. Se trata del Gran lago de Peguera (Estany Gran de Peguera).
Subimos un repecho y entramos en una larga zona de bloques que atraviesa la ladera del Monestero, buscando su collado. Al ser una ladera los bloques permanecen caídos según la inclinación de esta, lo cual obliga a trepar de vez en cuando y a ir buscando la ruta más factible de baliza a baliza. Es entretenido, aunque agotador. Una vez salimos de la zona de bloques el sendero se vuelve más suave, aunque no cesa en su ascenso hasta terminar ya por llegar al Collado.
Estany Gran de Peguera desde el Collado del Monestero
Nos detenemos durante unos instantes para recuperar el aliento, hidratarnos y comer un poco. Lo que nos espera a continuación sigue siendo desafiante, la bajada por el barranco creado entre el Monestero y el Pico de Peguera, que acaba por formar en su última parte el Valle del Monestero.
Bajada desde el Collado del Monestero
Inicialmente el descenso es muy empinado, sobre enviornment y pequeñas rocas sueltas, pero logramos descender con rapidez dejando deslizar los pies para no sobrecargar demasiado las rodillas. Pronto llegamos a una pequeña zona de grandes bloques que precede a la Girada Gran, una zona en la que el barranco cerrado se transforma en un amplio Valle. Justo en este momento nos despistamos un poco. Resulta que en esa zona a parte del camino señalado que llevan hasta el refugio de Mallafré, hay otros que suben hasta el Collado de Peguera y hasta el Collado del Mar, y todos llevan las marcas amarillas de caminos del parque”. No andamos muchos pasos en dirección equivocada. De forma intuitiva me di cuenta de que estábamos ganando altura en vez de perderla y eso iba en contra de la linea maestra que nos debía llevar al fondo del valle. Sacamos el mapa y efectivamente pudimos comprobar la diversidad de caminos que se cruzaban en aquel punto. En aquel momento llegaban Sever y Montse, su mujer que, sin haber tomado el camino que habíamos tomado nosotros, podían ver ya la siguiente marca un poco más abajo. Así pues volvimos sobre los escasos 50 metros que habíamos andado erróneamente y retomamos el camino correcto, que bordeaba la ladera de la Sierra de Monestero hasta ir a caer a una amplia planicie, con multitud de arroyuelos y pequeños estanques. Habíamos pasado del áspero gris de la roca al suave verde de la hierva fresca y sustituido el ulular del viento en cumbre por el repiqueteante arroyo de los riachuelos. Después de la larguísima bajada hemos llegado a la Pletiu de la Coveta, un paraje bucólico, un remanso de paz. Recargamos nuestros bidones de agua, que esterilizamos debidamente, y continuamos ruta.
Pletiu de la Coveta
El camino es ahora muy cómodo, fresco y tremendamente espectacular. Al fondo ya se empiezan a recortar las espectaculares figuras de Los Encantados (Els Encantats), dos agujas de piedra que se lanzan hacia el cielo como si de una rocosa catedral se tratase. Lo que en un principio solo era pasto de alta montaña comienza a enriquecerse con bosques de pino negro y arbustos más elaborados. Alcanzamos el Lago Monestero, que antece al prado del mismo nombre y que da lugar al Rio Monestero, que ya seguiremos prácticamente hasta llegar al refugio.
Prado en el Pletiu de la Coveta, con el lago del Monestero al fondo
El camino comienza a descender metiéndose en una densa arboleda, el Bosque de Samboine, que nos sirve de antesala hasta alcanzar el Refugio de Mallafré. Es un refugio pequeñito, con pocas plazas, pero es estupendo para realizar una parada de avituallamiento, como hacemos nosotros, dispuestos a dar cuenta del picnic que traemos en la mochila. ¡Hoy tenemos hasta ensalada!.
Cuando nos preparamos para salir nos acercamos para hablar con el guarda del refugio, una chica que amablemente atiende a nuestras preguntas. Le estábamos pidiendo indicaciones para continuar camino hacia el Amitges, para lo que ella nos explica que hay tres opciones: Por la pista forestal, un camino tedioso pero muy asequible, por el camino de las cascadas, que es el que habitualmente siguen los montañeros hacia el Amitges, por el sendero del Barranco del Portarró, un sendero poco transitado que sube de forma progresiva y desde el que se pueden ver unas espectaculares vistas del Lago de San Mauricio y las montañas que lo rodean. Parecía una buena opción, así que decidimos tomarla.
Volvimos aproximadamente 500 metros por el sendero hasta encontrar un cartel que indicaba Portarró de Espot, este era el camino que debíamos coger. En principio la ancha pista nos llevaba ascendiendo y rodeando al gran lago, como si lo abrazara, pero a la media hora aproximadamente de la pista se fue estrechando al tiempo que cogía aun más altura convirtiéndose una vez más en un hermoso sendero.
Antonio en el sendero al mirador del Portarró de Espot, con el lago San Mauricio al fondo
Pasamos junto al Mirador de Espot, un extraordinario lugar desde el que contemplar la belleza de las altas cumbres que nos habían acompañado durante todo el día, particularmente la majestuosas formas de Los Encantados.
Los Encantados
Los Encantados (Els Encantas, en catalán) son dos enormes agujas de granito, el Encantado Grande y el Encantado Chico, con una curiosa leyenda. Dice esta leyenda que hace mucho tiempo dos cazadores, Cristofol y Esteve, salieron un domingo muy temprano al monte, deseando ser los primeros en cazar un ansiado rebeco, por lo que olvidaron asistir a la misa dominical, por lo que una maldición hizo que un rayo los convirtiera en esos gigantes de piedra.
Continuamos nuestro camino, que ahora planeaba de forma cómoda, buscando el camino al Amitges a través del sendero que iba hacia el Puerto de la Ratera. En un momento determinado encontramos una señal que nos indicaba el camino a la Ratera/Amitges y que comenzaba a remontar nuevamente de forma brusca y sin tregua. Cuando superamos la loma fuimos a caer a una zona más amplia por la que transcurría una pista que llevaba ya, de manera definitiva, al Refugio Amitges. Justo allí hay un a fuente, la Fuente de las Marmotas, que nos ayudó a refrescarnos, ya que ciertamente el sol apretaba ya, eran cerca de las cuatro de la tarde y caía de pleno en una zona con poca sombra. Nuestra piel del sur resistía bien, pero pedía agua por litros.
La pista subía de forma serpentina hasta llegar al refugio y estaba ya a menos de quince minutos de distancia. Habíamos superado otra jornada, larga y muy montañera, así que estábamos contentos.
Amitges: un Resort de Alta Montaña
El refugio Amitges es un refugio amplio, cómodo, con un montón de funcionalidades que hacen el reposo más agradable. Una vez duchados y con ropa más cómoda, decidimos irnos a dar una vuelta a uno de los lagos cercanos para disfrutar del atardecer y de los toques a la flauta de Juan. Le sugerimos a Sever y Montse que nos acompañaran. La verdad es que desde que los conocimos en la primera cena en el Llong se habían mostrado muy abiertos con nosotros, interesándose por nuestros problemas, cosa que agradecíamos profundamente. Nos apetecía que estuviesen con nosotros en uno de esos momentos íntimos (y que nadie nos entienda mal, jajajajaja)
Al remaining Montse no pudo venir, prefería quedarse descansando un poquito más, pero Sever si, y nos dimos un paseo hasta el Estany dels Barbs, junto a la Aguja del Amitges. Y así, entre risas, comentarios y tonadas dejamos caer la tarde, haciendo hora para la cena, que pudimos compartir con otros amigos. Desde luego fue la primera vez que me comí un plato de lentejas a las 19:30 horas, pero nos sentó de maravilla. ¡Lo que hace el hambre! pero bueno, para que lo veáis vosotros mismos, os dejo ya con el vídeo de la jornada.
Características del Refugio Amitges
Servicios: Comidas, Cenas, bebidas, mantas, wc y duchas. WIFI (pedir contraseña y seguir instrucciones de los guardas), teléfono público. Aceptan pagos con VISA
Teléfono: 973 25 01 09
Cobertura de telefonía movil: No hay.
Acceso/Salidas: Por la pista, hasta llegar a la zona de Taxis del Lago San Mauricio, que conecta con Espot.
Lecturas Recomendas
Editorial Lectio
La ruta de los 9 refugios es más que una guía sobre la ruta de montaña del Parc Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici,conocida popularmente como Carros de Foc y que pasa por los refugios Ernest Mallafré, Amitges, Saboredo, Colomèrs, Restanca, Joan Ventosa i Calvell, Estany Llong, Colomina y Josep Maria Blanc. Es un handbook tienda de montaña online que orienta y ofrece pautas claras y didácticas a los excursionistas sobre cómo realizar dicha ruta.
En este libro hay gráficas de desniveles, coordenadas GPS, mapas en 3 D, fotografías en colour… todo ello para completar el cúmulo de información sobre las rutas, los refugios y las ascensiones opcionales desde muchos puntos del trayecto. Se trata de un relato basado en vivencias personales, que los autores ponen en las manos de los lectores para invitarlos a vivir la magnífica experiencia que han tenido en la confección de la guía.
Carros de Foc: Travesía de los refugios Nuria García, 2004Sua EdizioakGuía montañera de la Travesía de los refugios Carros de Foc, que tiene como escenario el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. El libro describe detalladamente todos los recorridos posibles para realizar esta travesía clásica que discurre por los refugios de este Parque Nacional, así como las distintas modalidades existentes para llevarla a cabo.
Carros de Foc: La Conquista de las Montañas Encantadas de Aigüestortes Victor Luengo, 2009Editorial MilenioCarros de Foc es una exigente carrera de montaña que se desarrolla dentro de los límites del Parque Nacional de Aigüestortes y Sant Maurici, una joya natural única en los Pirineos. En el presente libro se narra un viaje que tiene como objetivo basic realizar la travesía de los refugios, los Carros de Foc, profundizando en el conocimiento de estas montañas encantadas, a cuya conquista acudieron los más relevantes pirineístas del momento, grandes pioneros cuyas hazañas han escrito bellas páginas en la historia del montañismo.
Mapa Escala 1:25.000 de la Ruta Carros de Foc Editorial AlpinaMapa y guía excursionista por la travesía de los Carros de Foc (Carros de fuego) trazada en el entorno del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, una de las zonas mejor conservadas y de mayor belleza de los pirineos que contienen las comarcas de Els Pallars Sobirá, el Pallars Jussá, el Alta Ribagorça y la Val d’ travesía que se propone en este libro por Carros de Foc es circular, precisa de 5 a 7 días, para recorrer todo el parque, con etapas que contienen 9 refugios en Saboredo, Colomérs, Restanca, Ventosa i Calvell, Estany Llong, Colomina, Josep Maria Blanc, Ernst Mallarfré y Amitges como puntos de inicio y destino.
La guía contiene información de acceso y datos prácticos como la altitud, la comarca a la que pertenecen, los servicios, las plazas y los teléfonos de contacto, entre otros, de todos y cada uno de los refugios que se proponen para seguir el recorrido de Carros de con fotografías de los refugios en blanco y negro y un utilísimo mapa suelto de la zona, a escala 1:25.000, para llevar y seguir el recorrido de manera fácil y cómoda.
Enlaces de Interés
14 de agosto de 2011
Por fin había llegado el día. Llevábamos casi cuatro meses atando los diferentes cabos que nos permitirían recorrer el Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio durante una semana de trekkin por paisajes espectaculares. Así pues, a las seis y media de la mañana estaba Juan Antonio Rodríguez, compañero de aventura, en la puerta de mi casa dispuesto a iniciar la primera parte de la aventura: un viaje de locos, a toda velocidad, hacia el Norte.
El rompecabezas exigía establecer una serie de conexiones de medios de transporte público capaces de llevarnos desde Granada hasta las proximidades del refugio de Estany Llong, separados casi 800 km a vuelo de pájaro. Dado que no hay aeropuertos en las inmediaciones de nuestro destino y que las pocas combinaciones existentes no permitían salir desde aeropuertos más alejados, la única opción que se presentó como factible fue atravesar el territorio español mediante el AVE, el ferrocarril más rápido en nuestro territorio, y realizar las conexiones menores cerca de destino mediante autobuses y taxis.
Inicialmente teníamos preparada la conexión hasta la estación de Antequera, lugar por donde pasa el AVE actualmente con dirección a Barcelona, mediante un tren de cercanías que salía desde la estación de tren de Granada. Unos pocos días antes de nuestro viaje nos dimos cuenta de que podríamos haber cometido un error de importancia, ya que el tren que va de Granada a la Estación de Tren de Antequera no conecta con la estación de tren por la que pasa el AVE. Por que la confusa información de RENFE mencionaba a la estación del AVE como Estación de Antequera Santa Ana, cuando lo cierto es que esa estación está alejada de Antequera por lo menos 25 kilómetros. Por que nuestros políticos han decidido, por misteriosas razones, situar una estación de carísima construcción por la que pasa un medio de locomoción de gran importancia y de elevado coste tecnológico, en medio de la nada. Y luego, claro, siempre hay quien se queja de que lo usa poca gente.
En fin, al menos nos enteramos a tiempo. En el coche de Juan salimos disparados, a eso de las 6:30 de la mañana, hacia Antequera. El día comenzaba a desplegarse y en la radio del coche sonaba la ecléctica y vibrante música de Hande Yener , cantante turca situada entre las favoritas de Juan. Llegamos a la Estación de Tren de Antequera (la de siempre) a eso de las 7:30, aparcando el vehículo en su parking gratuito. Llamamos a un taxi y, afortunadamente, en menos de tres minutos lo teníamos junto a nosotros. Viajando en el taxi nos dimos cuenta de la enorme distancia que separa a la estación de Antequera de toda la vida con la hiperfuturista estación de Antequera Santa Ana y el error que podríamos haber cometido si llegamos a coger el tren de cercanías.
Poco después de las ocho de la mañana estábamos ya en la estación del AVE aguardando el paso de esta espectacular máquina. Con puntualidad matemática nos subíamos al AVE a las eight:50 y ocupábamos nuestros asientos. Pronto nos sorprendimos por la velocidad que alcanzaba el vehículo, superando en ocasiones los 300 Km/hora. Asientos cómodos, amplios y con buena atención. Así comenzamos a avanzar hacia el norte, viendo extenderse los paisajes del país a nuestro paso.
Hacia las 13:00, parece increíble, estábamos en Lérida. Teníamos un par de horas para localizar la estación de autobuses y comer algo. Lo primero fue relativamente fácil. Había memorizado aproximadamente el mapa de la pequeña ciudad catalana y sabía que debíamos subir por un paseo amplio, la Rambla de Ferran, para encontrar la estación de autobuses de Lerida. Cuando la localizamos fue algo decepcionante. Parecía una estación de autobuses de hacía cuarenta años, por lo menos, con poca ninguna información. Nos acercamos al punto de información y nos encontramos con un trabajador sudamericano, tumbado literalmente sobre un banco, que paso kilo y medio (dicho en andaluz) de proporcionarnos información. A la sencilla pregunta de ¿En que andén para el autobús para Pont de Suert?”, el desganado trabajador, sin levantarse, sin mirarnos, perfectamente tumbado, nos dijo casi a regañadientes: ” Andenes del 1 al 20″. Claro, la estación solo tiene veinte andenes. Bendita ayuda. Cuanta gente hay con gana de trabajar y cuanto inutil hay trabajando…
Encontramos un pequeño bar cerca de la estación donde pudimos pedir que nos hicieran unos bocadillos. Ya con el estómago lleno volvimos a la estación de autobuses, donde aguardamos alguna señal que indicara la llegada de nuestro autobús. Y al remaining llegó, un pequeño autobús sin demasiadas señales aparcó en un extremo de la estación. Salimos corriendo, le enseñamos los billetes al simpático conductor y cargamos las mochilas en el maletero.
Nuestro objetivo period llegar a Boí, un pequeño pueblecito incrustado en las montañas del parque nacional. No por nada especial, lo cierto es que hay múltiples accesos al parque ya que cada refugio esta bien conectado con el exterior mediante pistas que conducen a pueblos cercanos. Por lo tanto prácticamente desde cada uno de los pueblos perimetrales del parque hay un buen acceso al mismo. Nosotros habíamos seleccionado Boí, simplemente por que los horarios y conexiones de los diferentes medios que teníamos que utilizar hacían más practicable este punto de acceso.
El autobús inició su salida atravesando inicialmente la zona suburbana de Lérida, donde pudimos apreciar una abundantísima población inmigrante (y la casi ausencia de nacionales), producto de la economía agrícola de la región. Pero poco a poco el hostil paisaje urbano fue dando paso al espectacular verdor norteño del pirineo. Serían las 17:30 cuando conseguimos llegar a Pont de Suert, un pueblo que ya comenzaba a respirar el aire de las montañas cercanas. En este cruce de caminos, y tras apearnos apresuradamente del renqueante autobús, procedimos a llamar a un taxista que habíamos localizado previamente desde Granada y que no tardó ni diez minutos en estar frente a nosotros, dispuesto a llevarnos hasta nuestro siguiente destino, la Vall de Boí y más concretamente el pueblecito desde el que debiamos coger nuestro siguiente medio de locomocíón: Boí.
Tras media hora el taxi nos dejaba en la plaza principal de Boí, lugar desde el que parten los four×four que llevan, por ser los únicos autorizados, hasta la entrada del parque. Tras sacar los correspondientes billetes (solo de ida, como en las buenas pelis de aventuras), nos montamos en el 4X4 (solo nosotros dos, a esas horas ya nadie subía al parque) y comenzamos a subir por la serpenteante pista que lleva hasta el inicio del sendero. Una suave lluvia comenzó a caer sobre nosotros, aunque afortunadamente cesó cuando nos apeamos del vehículo al llegar a la caseta informativa que sirve de fin de trayecto para el servicio de four×four.
Nos ajustamos las mochilas, abrimos los bastones y comenzamos a andar. La aventura comenzaba en ese momento.
Sendero hasta el refugio de Estany Llong
Ruta de four kilómetros hasta el Refugio
Comenzamos a caminar por un amplio sendero, inicialmente en suave descenso para luego comenzar a planear de forma ascendente hasta alcanzar una zona amplia conocida como Planell d’Aigüestortes. Pasamos junto a una pequeña fuente, la Fuente del Paso, en la que se puede rellenar las reservas de líquido si fuera necesario.
A derecha e izquierda se alzan formidables montañas que parecen vigilar nuestro paso. Todo esta cubierto por un suave verdor, refrescado por la ligera lluvia de esa tarde. A nuestra derecha se alza el Dellui con el amplio corredor que forma el Valle del Dellui y que conduce hasta el collado por el que pasaremos al día siguiente. Por lo pronto el camino es extremadamente suave, muy cómodo y perfectamente señalizado. de vez en cuando se pasa por pasarelas de madera que permiten sortear los numerosos riachuelos y meandros del recorrido.
Finalmente el camino nos lleva hasta una zona más amplia conocida como los Prados de Aiguadassi (del latín Aqua Nasce, el agua que nace”) en la que debemos pasar por una larga pasarela que evita que pisemos el suelo semiencharcado por los diversos riachuelos que confluyen en aquel punto. Cuando abandonamos la pasarela un cartel nos indica que el camino se divide. Si vamos hacia la izquierda nos encontraremos con el temible paso del Contraix. Hacia la izquierda está nuestro destino, el refugio de Estany Llong. Seguimos las indicaciones, que nos llevan nuevamente a una amplia pista que asciende durante aproximadamente diez minutos de marcha, hasta encontrarse directamente con el refugio.
Cuando entramos al refugio todo el mundo estaba sentado y ya estaban disfrutando de la legendaria cena que se suele dar en esto albergues montañeros. Nos acercamos a la pequeña oficinita del refugio, que también sirve de cocina y les explicamos quienes eramos y que teníamos reserva para esa noche. Con un parloteo monótono el guarda nos echo un poco en cara que llegáramos a las 19:30 cuando la cena se sirve a las 19:00. Le explicamos por encima desde donde veníamos aquel día, la dificultad de las múltiples conexiones que tuvimos que realizar y que habíamos advertido a la organización que quizás llegáramos unos minutos tarde por eso mismo.
Nos indicaron donde sentarnos (los únicos huecos libres) y comenzamos a comer. Estábamos satisfechos por haber llegado, aunque aquel frío y metódico recibimiento ya nos avisaba que el ambiente que ibamos a respirar period un poco diferente ( mucho) al ambiente montañero al que estábamos acostumbrados. En Sierra Nevada los refugios son eso, refugios, nunca se pone una cara rara cuando un montañero llega a una hora intespestiva. Pero aquí todo esta milimétricamente calculado, supongo que para poder manejar la enorme afluencia de público en ese recorrido. Sin embargo todo aquello no hacia sino dejarnos un cierto gustillo amargo, programado, como si hubiésemos aterrizado en una especie de resort de la montaña”. El guarda nos preguntó si íbamos a querer picnic (una bolsa con comida para el camino) para el día siguiente. Ante la pregunta condicional malinterpretamos que en el refugio de destino, si llegábamos a una hora prudente, podrían darnos de comer. Por tanto yo le pregunté si llegaríamos en hora de que nos dieran de comer en el siguiente refugio. El guarda, sabiendo que saldríamos para las eight de la mañana nos aseguro que no tendríamos ningún problema. Craso error, pero eso lo descubriríamos al día siguiente.
En aquella primera cena conocimos ya a unas personas magísimas que nos iríamos encontrando a lo largo de todo el recorrido en los días siguientes: Sever y Montse, dos montañeros (posteriormente descubriríamos que también rockeros) de Barcelona con los que pudimos charlar de montaña, andaluza y catalana. Sin darnos cuenta acabamos con la opípara cena, así que nos dispusimos a dar un paseo por el exterior haciendo tiempo para llegar a la hora del silencio y nos tuviéramos que ir al dormitorio comunitario. Al día siguiente nos aguardaba la primera jornada en serio, una larga caminata atravesando el Collado de Dellui hasta llegar al refugio de Colomina.
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Como todos sabéis hace unas semanas mi buen amigo Juan Antonio Rodríguez y yo nos lanzamos a realizar una ruta de alta montaña en el Parque Nacional de Aigüestortes y Lago de San Mauricio , un espectacular paraíso radicado en la provincia de Lérida donde se combina el profundo azul del agua, con el áspero gris del granito y el verde de los pastos alpinos. Nuestra idea era completar la ruta de Carros de Foc , aunque como ya veréis, una vez metidos en faena, tomamos un desvío siguiendo el GR-eleven para adentrarnos en un espléndido valle. Lógicamente esto ya nos sacó de la Ruta carros de Foc, aunque pudimos completarla a un eighty five%, calculo yo.
Muchos de vosotros me habéis estado pidiendo ver fotos y que salga ya la aventura por aquí, pero lo cierto es que aun quedan muchas otras aventuras por editar de este verano, todas ellas relacionadas con el buceo en la costa de Granada.
Pese a todo he tomado una decisión salomónica. A la espera de que poder editar (cuando les toque) las entradas de nuestra aventura pirenaica, os adelanto un montaje con algunas fotos que os darán una concept de la envergadura del paisaje y de todo lo que disfrutamos. Osea, que en plan moderno os presento un Teaser Trailer” de lo que está por venir. !Espero que lo disfrutéis!
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