Excursión realizada el día 26 de febrero 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad media que comienza en Ferreira y finaliza en Aldeire. La distancia cubierta se sitúa en torno a los 20 km.
Una soleada mañana nos esperaba este domingo pasado al llegar a Ferreira. Era de agradecer porque durante el viaje la espesa bruma que cubría la zona de Sierra de Huétor vaticinaba algo muy distinto. No obstante, pasado Guadix, el cielo se despejó y pudimos dar inicio a la jornada con buen pie, atravesando el bonito pueblo que descansa en la falda norte de Sierra Nevada.
Callejeando por Ferreira
Toda la primera parte del itinerario resulta en un ascenso, primero suave y, poco a poco, más empinado, para salvar los a thousand metros de desnivel que nos separan del puerto de La Ragua. Dejamos las estribaciones de Ferreira, la ermita de la Virgen de la Cabeza, los almendros en flor, y continuamos en dirección sur remontando el curso del Arroyo Chico. A continuación subimos la Loma del Peñón de Enmedio y cerca de su remaining aprovechamos una zona soleada para desayunar.
Sigue el camino y pronto empezamos a contemplar pequeños neveros que van creciendo en tamaño según avanzamos.
Masas boscosas y nieve desde un mojón del Camino Sulayr
El último tramo hemos ascendido desde los 1700 metros hasta los 2000 y nos topamos con la carretera que atraviesa el puerto. Nosotros tenemos que cruzarla y seguir ascendiendo por el otro lado.
Carretera del puerto de la Ragua
Desde este punto la cosa se complica. La nieve aumenta en la dirección que tenemos que seguir y nos obliga a caminar en dirección oeste antes de lo previsto. Ascender por la loma hacia La Ragua sin raquetas resulta impracticable. De este modo nos adentramos en el Barranco del Robo intentando evitar las zonas cubiertas de nieve y hielo.
Examinando opciones
Barranco del Robo
Aprovechamos una pista que tiene la nieve muy prensada y nos permite avanzar a buen paso a través del cada vez más espeso pinar.
Carteles indicadores
Salimos de la pista y damos un giro hacia el sureste para ascender y recuperar el camino. Al salir de la espesura nos aguarda una impresionante panorámica de la sierra.
Vista del Morrón Mediodía, si no me equivoco
Todos nos quedamos extasiados contemplando el panorama que se nos ofrece a partir de este momento. Destacan el Morrón del Hornillo, Morrón Sanjuanero, el Morrón del Mediodía y el Alto de San Juan. Cubiertos de nieve y enmarcados en sus límites inferiores por hectáreas de pinos. El esfuerzo de la subida ha merecido la pena.
Contemplando la montaña
Veréis que el título de la entrada es un poco engañoso porque no pudimos alcanzar La Ragua, pese a que formaba parte del plan”. Seguimos hacia el oeste bordeando la nieve. No resulta fácil porque en su límite suele haber barro resbaladizo y a veces algún tronco caído de pino dificulta aún más el avance.
Frente a la inmensidad de la montaña. Por cierto, detalle en la nieve, cierto shade marrón debido a las lluvias de area de la semana pasada procedentes de África
Alcanzamos el Cortijo de las Chorreras donde aprovechamos para comer. Desde allí parte el camino hacia Postero Alto pero nosotros vamos a cambiar de rumbo, hacia el norte para dirigirnos en constante descenso hacia Aldeire. De ahora en adelante los kilómetros que nos faltan por recorrer son todos de descenso. La nieve nos abandona y nos cubren de nuevo los pinos.
Vista de Aldeire a lo lejos. También se aprecia el Castillo de la Calahorra
El resto del itinerario es un bonito paseo sin dificultad, primero por un cortafuegos y después por senderos bien marcados. No obstante son varios los caminos que se entrecruzan y conviene estar atentos para no desviarnos. Cuando nos queramos dar cuenta estaremos en las inmediaciones del Área Recreativa la Rosandra donde volvemos a ver almendros en flor e impresionantes castaños centenarios que parecen tener esculpidas, por las torpes manos de un elfo negro, extrañas y vetustas caras. De raíces y troncos vigorosos pero chaparros, parecen haber sido podados mil veces y mil veces haber sobrevivido al invierno y a los humanos. Que siga siendo así por mucho tiempo.
Castaño disfrutando del sol
Atravesando el riachuelo por uno de los pasos que nos encontramos en el camino
Almendro en flor
Y no hay mucho más que contar. Llegamos a Aldeire que viste a sus jóvenes estos días de galas carnavaleras, contemplamos su iglesia mudéjar, a lo lejos las ruinas del acostumbrado castillejo. Llega el tiempo de regresar a casa, aunque apetezca demorarse por el lugar un poco más.
Para terminar dejo aquí una foto grupal cortesía de Alicia.
No hay nieve que nos detenga 🙂
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Excursión realizada el día 19 de febrero 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad media baja da comienzo y finaliza en Prado Negro, en la Sierra de Huétor. La distancia que se pretendía cubrir se situaba en torno a los 14 km., si bien la efectivamente realizada no debió de llegar a los 10 km.
Pese a que las previsiones del tiempo no eran muy buenas decidimos, como cada domingo, mantener la propuesta inicial de nuestro calendario que consistía en un itinerario que partía de Prado Negro, subía hasta el Cortijo de Pedro Andrés y tras elevarnos por la Sierra Arana regresaba al punto de inicio pasando por el Peñón de la Cruz.
A pocos kilómetros del inicio comenzaron las dificultades puesto que el día anterior había llovido mucho y el suelo formaba lodazales. El barro se pegaba a nuestras botas y añadía peso y dificultad al avance, pese a lo cual no nos queríamos rendir.
Superado el Cortijo de Pedro Andrés y no muy lejos de las estribaciones orientales de Sierra Arana comenzó a soplar un viento frío e inclemente que nos obligó a cobijarnos junto a unas peñas. Pero no acabó aquí la cosa. Una espesa y húmeda niebla decidió acompañarnos a ratos para dificultar aún más la marcha. Atacados por tantos frentes aprovechamos para darnos un descanso, desayunar y valorar las opciones que teníamos disponibles. Algunos habían tenido suficiente para entonces y decidieron regresar al punto de inicio con la concept de buscar alternativas a la subida. El resto del grupo, por casualidades del destino, sumamos el significativo y algo mágico número doce. Y empezamos a subir.
El terreno cambió gradualmente y quedaron atrás los barrizales para transformarse en pedregales. Según ascendíamos, de manera pronunciada, por los llamados Tajos de Medialuna, la niebla comenzó a cubrirnos, ahora sí como un velo en la vista que nos obligaba a reunirnos cada pocos metros para que nadie se extraviase.
Unos metros más allá se perdía el contacto visible.
En torno a los 1800 metros alcanzamos la cima de esa parte y nos dirigimos lentamente hacia el oeste, en un ligero ascenso que aún nos colocaría en los 1900 m. El viento, para entonces, sopló con mayor furia y nos azotaba y desequilibraba cada vez que nos colocábamos a su merced en alguna cresta, así que extremamos las precauciones todavía más.
Detalle de hielo agarrado a la maleza.
Reagrupados junto al árbol de la escarcha.
De repente aclara por el norte y podemos contemplar algo del panorama lejano, pero dura poco.
¿Por la derecha por la izquierda?
Los apenas 2 kilómetros, en realidad menos, que nos separaban del Jinestral, se nos hicieron larguísimos y aunque nos veíamos fuertes y capaces de terminar, consideramos que la prudencia dictaba buscar el modo de perder altura y reducir la excursión.
En algún punto más hacia el oeste, mucho antes de llegar a la Cabeza del Caballo, conseguimos encontrar un paso para comenzar a descender. Se veía complicado pero viable y lo seguimos despacio hasta descender por completo de la Sierra Arana.
De regreso se perfila en la lejanía la silueta del Majalijar.
Finalmente, retomamos el camino de la mañana y retornamos al aparcamiento de los vehículos en los que nos habíamos desplazado.
Al terminar la excursión se entremezclan sentimientos encontrados. Por un lado, la idea de que hay que regresar para intentarlo de nuevo en una jornada más propicia porque no cabe duda de que pese a las dificultades del terreno el itinerario merece mucho la pena. Por otro, que pese a todo ha sido un día divertido y aventurero que, al menos yo, no me querría haber perdido. Jornadas como esta son de las que entran a formar parte de la épica que luego provocan frases como si dices que esto es niebla y viento es que tú no estuviste con los doce en el Jinestral. Como se decía y todavía se cube, que nos quiten lo bailao” 🙂
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Excursión realizada los días 11 y 12 de febrero 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad baja a lo largo de dos etapas que dan comienzo en Almuñécar, termina el primer día en Motril y finaliza en Castell de Ferro. La distancia cubierta se situó en torno a los 28 km. el primer día y a los 23 km. el segundo.
La presente entrada del weblog no corresponde a una salida programada en nuestro calendario y organizada por el Club Senderos. No obstante fuimos varios integrantes del membership los que participamos en algunos tramos de la marcha y he querido dejar constancia de la experiencia.
La Desbandá es el nombre que recibe uno de los más tristes episodios de la guerra civil, el éxodo desde Málaga y alrededores en dirección a Almería de numerosa población, temerosa de represalias por parte del ejército sublevado y sus aliados italianos. Durante el transcurso de la misma se produjeron miles de muertos como consecuencia de la acción combinada de la aviación fascista y los buques españoles que bombardearon y cañonearon sin contemplaciones a la masa humana de civiles.
En conmemoración y recuerdo de las víctimas la Federación Andaluza de Montañismo junto a numerosas instituciones y Ayuntamientos ha organizado una ruta de senderismo que transcurre, en la medida de lo posible, por los mismos parajes que tuvieron que transitaron aquellos que buscaban refugio en la zona republicana. Para más información se puede visitar el siguiente enlace: I Marcha de Senderismo La Desbandá (pdf)
1º DÍA (ALMUÑÉCAR – MOTRIL)
Pese a que la marcha salió de Málaga el 7 de febrero, no todo el mundo se podía unir un día de diario y para hacer completa la misma. No obstante algunos valientes incluyendo a nuestra presidenta así lo hicieron. El resto de los componentes de Senderos Membership nos reunimos con el grupo el día eleven en Almuñécar.
Nos encontramos un día algo tristón y nublado, que descargaba débilmente lluvia a ratos, pero tras desayunar y prepararnos echamos a andar.
Desde la costa nos contemplan las gaviotas. A lo lejos se aprecia el temporal
Vamos bordeando la costa y dejando atrás, sucesivamente, las playas de Velilla, el Tesorillo, Pozuelo y Calabajío. Entre estas dos últimas hacemos una pequeña parada para reagruparnos.
En el lugar de la parada, un parquecillo, hay una placa conmemorativa
Nuestro grupo
Más adelante hay un corto pero muy bonito tramo, entre las playas de Cabria, que se agarra a las últimas rocas, ya junto al mar.
Toca ahora un tramo de ascenso, engalanado de buganvillas y flores de azahar en sus márgenes. Avanzamos acto seguido por un sendero hacia la Torre del Diablo de los Diablos.
Panorama desde las inmediaciones de la torre.
A continuación descendemos hacia la playa Barranco de Enmedio.
Descenso.
A partir de este punto deja de llover intermitentemente, como hasta entonces, y progresamos a buen paso hasta el punto habilitado para hacer avituallamiento, junto al Resort Salobreña. Allí nos damos un ligero descanso y reponemos líquidos.
Seguimos adelante en dirección Salobreña.
El grupo entrando a Salobreña.
Castillo de Salobreña visto desde la playa.
Finalizamos esta parte del recorrido justo al traspasar el río Guadalfeo. Allí tiene lugar un acto de homenaje que incluye el testimonio de algunas de las personas que vivieron la desbandá, por entonces niños asustados y hambrientos. Impresiona escuchar su vivencia y las azarosas circunstancias que aún les aguardaban al terminar aquella horrible huida.
Acto de homenaje.
Tras el emotivo acto descendemos y hacemos una nueva parada para comer. Allí se encuentra la desembocadura del Guadalfeo, ahora tranquila, hace 80 años testigo mudo de la desesperación que vivieron muchos, acosados por las tropas italianas, obstaculizados por su creciente cauce.
Desembocadura del Guadalfeo.
Nuestro grupo descansa junto al cañaveral del Guadalfeo.
2º DÍA (MOTRIL – CASTELL DE FERRO)
El tiempo desapacible continúa al levantarnos, aunque nada comparado con las fuertes tormentas que hubo durante la noche. Desayunamos y finalmente damos comienzo a la etapa en dirección a Torrenueva.
En camino.
A lo lejos se vislumbra Torrenueva.
Playa de la Joya, con un impresionante cubo de dudosa función.
Pasada la playa de La Joya ascendemos para recorrer un tramo de la antigua carretera de Almería. Con la construcción del túnel este camino resultó abandonado y hoy ropa senderismo constituye un paraje melancólico, de pedazos de asfalto quebrado, quitamiedos de piedra agrietados y panorámicas al mar. No lejos se destaca un pequeño faro.
La larga fila atraviesa la antigua carretera hacia Almería.
1935
Al terminar esta parte del recorrido enfilamos de nuevo a las playas. Más adelante nos aguarda el llamado Castillo de Carchuna. Allí uno de los voluntarios de la organización nos da cuenta de un curioso episodio de rescate de prisioneros sucedido en la guerra civil.
Castillo de Carchuna.
De nuevo en el camino, mantenemos un buen paso en dirección a Calahonda, donde nos espera la comida.
Farillo de Calahonda.
Tras degustar una rica paella y recuperar fuerzas, toca el último esfuerzo. Hasta el momento la práctica totalidad de la jornada habíamos andado por terreno llano. Ahora toca superar cierto desnivel para acercarnos a la meta del día: Castell de Ferro.
Por el camino encontramos otra posición defensiva, desvencijada, de época de la guerra. Creo que se trataba del Barranco del Torilejo. Superado este punto nos acercamos a la Autovía del Mediterráneo y vamos en paralelo. Después nos espera un nuevo ascenso que desemboca junto a un pequeño embalse. Por fin contemplamos Castell de Ferro.
Castell de Ferro desde las alturas.
Allí nos reciben con los brazos abiertos vecinos y miembros de protección civil que nos guían hasta la plaza de España, donde nos esperan representantes de las instituciones locales y una rica sorpresa en forma de chocolatada.
Entrando en Castell de Ferro.
Lamentablemente este cronista tenía que tomar el autobús de regreso a Granada y apenas pudo disfrutar de esta parte de la jornada. Tocó hacer una rápida despedida y salir de modo algo apresurado dados los horarios y la necesidad de recuperar la mochila principal que se encontraba en otra ubicación.
Con cierta sensación de nostalgia transcurrió la vuelta, según oscurecía y comenzaba de nuevo a llover. Iba a echar de menos levantarme otro día más y ponerme en camino con los que aún continúan la marcha. Vaya desde aquí mi reconocimiento, ánimo y apoyo.
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Excursión realizada el día 22 de enero 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad media que da comienzo y termina en Güajar Fondón. La distancia cubierta se situó en torno a los 17 km.
En esta ocasión los miembros del club Senderos decidimos trasladar nuestras andanzas a la zona que hay entre el Valle de Lecrín y la costa. Para aquellos que no conocíamos la zona nos sorprendió descubrir ese vergel medio escondido en el valle que forma el río Toba, lugar propicio donde se asientan los Güájares.
Mientras en Granada soportamos un duro invierno, hijo de la ola de frío polar que se ha asentado estos días en el este de la península, en esta zona refugiada ya brotan las primeras flores, se despiertan los almendros y, en fin, se intuye la primavera.
Iniciamos el camino en el primer Güájar, el apellidado Fondón, en donde dejamos los vehículos. Atravesamos sus calles y nos dirigimos hacia el oeste por una zona verde y fresca, especialmente a estas horas de la mañana.
Dejando a un lado a algún atareado vecino en su bancal, el paraje se espesa entre olivos, aguacates y, aquí y allá, almendros. Más adelante se unirán a ellos los brezos en flor.
Los almendros florecen en la zona
Flor del Brezo
Nuestro camino tiene como primer hito importante la visita del Castillejo.
No nos engañe su nombre pues no era castillo en este caso sino conjunto de viviendas de época almohade, eso sí, cercado y fortificado como se intuye en su entrada con el característico doble recodo con función defensiva.
Ruinas del Castillejo
Aljibe del Castillejo
Detalle de escaleras conservadas en el Castillejo
En este lugar desayunamos y no lo hacemos solos. Por un lado había otro numeroso grupo disfrutando del día y el lugar. Por otro, un algo despeluchado y no muy limpio, pero alegre y vigoroso can, decidió acompañarnos todo el trayecto.
Tras un rato de fotografía y disfrute del sol, seguimos. Dejamos a la derecha el sendero que desciende directo a Güájar Faragüit y nos ponemos en dirección noroeste. Pronto damos con una zona de fuerte ascenso en torno a la llamada Cuesta del Quemado. 200 metros de desnivel después nos encontramos junto al Mirador de la Viñuela, que tras otra cuestecilla nos permite contemplar casi todo el valle y ofrece una postal de Güájar Alto.
Foto de grupo desde el primer altozano, cerca del Mirador de la Viñuela
Alisarum vulgae, conocida entre otros nombres como candil candijela
Volvemos a nuestro itinerario y caminamos por el bien señalado aunque algo abrupto sendero que nos adentra entre pinos, atraviesa el Barranco de la Sima y, tras otro ascenso, vuelve a bajar hacia el Barranco de la Fuente Santa, ya en las inmediaciones de Güájar Alto.
Sendero ascendente entre los dos barrancos
Nos detenemos en este bonito pueblo para comer. Repuestas las fuerzas nos toca ahora caminar un tramo de la carretera GR4300, con mucho cuidado y apreciando las moles que cercan el valle y las plantaciones de cítricos que bordean el camino. En la zona que da al río de la Toba hay numerosos juncos también.
En determinado momento ascendemos por la izquierda para alcanzar la acequia del río Toba y disfrutar de unas excelentes vistas. También nos evita seguir en el asfalto.
Cascada de la Toba
Punto de salida de agua en donde se inicia la cascada
Como el día acompaña, es un placer que tomamos con calma el de seguir andando por esta zona puesto que sabemos que, no muy lejos, está el last de nuestra excursión. Toca descender, pasando por una era reconvertida en bonito mirador. Gracias a nuestro compañero canino detectamos que a punto estamos de dejar el sendero que nos lleva por la parte baja de una Güájar Faragüit que nos da la bienvenida con su tranquilidad. No son solo los gatos, perezosos y con los ojos entrecerrados, el hombre mayor que toma el sol apoyado en la pared; parece que allí hasta el tiempo prefiere tomarse las cosas con calma.
Almendro en todo su esplendor
Calle en Güájar Faragüit
Mirador de la Cruz
Salimos del pueblo y ya es poca la distancia que nos separa de las calles de Güajar Fondón y de los coches. Parece mentira todo lo que esconde este bonito valle que invita a relajarse y a disfrutar.
Como siempre, gracias a todos los que ponen sus fotos a disposición de este bloguero. En especial a Rafael a quién he tomado tres instantáneas.
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Excursión realizada el día 15 de enero 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo en Trevélez y finaliza en Cádiar. La distancia cubierta se situó en torno a los 17 km.
El domingo comenzamos la travesía en el bonito y montañero pueblo de Trevélez, en las Alpujarras granadinas. Tras abrigarnos adecuadamente para afrontar los rigores de estos días, enfilamos hacia el sur por la carretera, pasado el puente. Pronto nos desviamos hacia la izquierda y comenzamos el ascenso.
Vista de Trevélez
Pronto nos encontramos con la Acequia de Cástaras pero la abandonamos puesto que nuestra meta se encuentra en las alturas, hacia el llamado Portichuelo. Según avanzamos y gracias al despejado y brillante día, podemos contemplar kilómetros y kilómetros de distancia. Las cumbres nevadas de nuestra sierra deslumbran en la lejanía.
Foto de grupo
Avanzamos cada vez más hacia el sureste y arriba. En las umbrías nos esperan peligrosos tramos de nieve dura, casi hielo, que dificulta el tránsito y obliga a extremar la precaución.
Tras elevarnos unos 600 metros sobre el nivel de Trevélez finalizamos la ascensión y nos dirigimos a un mirador, formado por lo que parece una especie de cortafuegos, en el paraje que linda con Cerro Redondo. El panorama que se ofrece a nuestros ojos resulta impresionante. A lo lejos el mar dorado por efecto del sol, se diluye a los lados por el azul y, si fijamos bien la vista, nos permite incluso contemplar pequeños puntos en forma de barco y atisbos de la costa africana.
Proseguimos en dirección este por un sendero bien claro, cubierto en algunos tramos por testaruda nieve.
Más adelante los pinos contemplan nuestro paso.
Prácticamente el resto de la ruta transcurre en ligero descenso y por camino señalado, por lo que resulta un paseo sosegado. En alguna zona se contempla algún vallado con caballos vacas en su interior.
Y por fin llegamos a Bérchules, pueblecito agradable en el que paramos para comer.
Chimenea característica de las Alpujarras en primer término. El mar al fondo, detrás de las montañas
Terminamos de comer y atravesamos este pueblo y Alcútar. Poco después comenzamos a bajar y dejamos a los lados campos de almendros, para encontrarnos con el río Cádiar más conocido como Guadalfeo, aunque ambos nombres recibe. Se puede cruzar por un desvencijado y algo inseguro puente de tablas de madera, aprovechando que no viene crecido, por las piedras.
Puente para valientes
Retomamos dirección sur siguiendo el curso del río durante un rato. No mucho después giramos para visitar, siquiera brevemente, las calles de Narila, aquellas que vieran alzarse en el S. XVI a Abén Humeya. Tiene un santuario que merece visita pero esta vez lo dejamos estar.
Desde allí volvemos a descender hacia el río y llegamos en poco tiempo a las estribaciones de Cádiar. Nos adentramos en este pueblo, ya más moderno y populoso que los anteriores, y llegamos finalmente al punto ultimate de nuestra andadura, junto a la carretera principal.
Como en ocasiones anteriores deseo agradecer a los componentes del club la puesta a disposición de sus fotos, en especial a Rafael, autor de varias de las que aparecen en esta entrada.
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Excursión realizada el día 8 de enero 2017.
Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo y finaliza en la localidad de Nívar. La distancia cubierta se situó en torno a los 18 km.
Acabadas las fiestas de esta época tocaba retornar al campo y continuar con la otra mitad de nuestro programa. En esta ocasión regresamos a la Sierra de Huétor, un lugar del que es difícil cansarse y que, en esta época del año, ofrece panorámicas incomparables de Sierra Nevada.
Dimos comienzo a nuestra andadura en las cercanías de Nívar. La mañana se presentaba fría pero agradable, sin asomo de nube en el horizonte. Comenzamos un ligero ascenso por la cara suroeste de la Sierra de la Yedra y tras superar unos one hundred fifty metros de desnivel nos fuimos dirigiendo en dirección norte y noreste siguiendo la falda de dicha sierra. En esta parte de la excursión se aprecia Cogollos Vega y los impresionantes cerros que limitan al este con la población.
Cogollos Vega
Peñón de la Mata
Allí caía el sol que a nosotros nos faltaba por la mañana, dado que paseábamos por una bonita umbría en la que, aquí y allá, destacaba en el suelo el blanco de la escarcha.
Zonas con escarcha
Detalle: piñas con escarcha
Seguimos bordeando toda la sierra por el sendero que lleva a Carifaquín y desde ahí ascendemos a la cresta para llegar al Cerro de la Yedra. En su entorno se encuentras unas trincheras de la guerra civil de las que se conservan bastantes restos, siendo tal vez el más curioso las escaleras que se cimentaron al cobijo de una roca.
Escalera de las trincheras de la Yedra
Corredor de acceso a nido de ametralladora orientado al Peñón de la Mata
Inside del nido de ametralladora
Puesto de vigía oculto en la roca. Foto solo apta para valientes 🙂
Desde allí descendemos un poco para aprovechar el carril que va en dirección este hasta determinado punto en el que se bifurca. Nosotros elegimos en el cruce el camino que se dirige al sur hasta la llamada Loma de Juan. En ese punto rodeamos otro cerro para visitar el abandonado Sanatorio para tuberculosos de la Alfaguara.
Llegando a las ruinas del sanatorio
El lugar, desolado, es bien conocido por sus famosas leyendas acerca de fantasmas y espíritus, lo que le ha convertido en un punto neurálgico de cualquier mapa de sucesos paranormales en España.
Pues no, no aparece ningún ectoplasma en la foto y mira que lo intenté
Techo apenas agarrado a la parte superior. Me ha tentado poner algún fantasma en la foto, no lo voy a negar
Dejando a un lado el mundo del más allá, en el de más acá lo que sí se ofrece en el lugar es un estupendo mirador a Sierra Nevada, cubierta de nieve.
Seguimos rodeando el cerro y se llega a la Fuente Fría que estaba cortada este día. Es un paraje bonito, ahora lleno de musgo y fresco.
Nuestro camino regresa a la Loma de Juan y se dirige a la zona de la Alfaguara. Dejamos el campamento a la derecha y enfilamos hacia la Cueva del Agua en un continuo pero apacible ascenso. Al llegar tenemos otra vez ocasión de contemplar los alrededores y, por supuesto, Sierra Nevada, sin obstáculo montañoso que reduzca la visibilidad. Es, probablemente una de las vistas más despejadas y amplia que se puede tener de la sierra.
También se encuentra allí la conocida cueva que da nombre al paraje, cerrada para evitar su deterioro. Parece que el lugar fue utilizado desde muy antiguo y reaprovechado como escondite durante la guerra civil. Un poco más arriba de este lugar paramos para comer.
Terminado el ágape nos ponemos las mochilas de nuevo y seguimos el sendero hacia el oeste. Siguiendo el mismo daríamos una vuelta que nos llevaría a la Cruz de Víznar pero nosotros lo abandonamos para llegar a la Cruz de Alfacar, a unos 1490 metros de altitud. De nuevo el paisaje exige una parada para la contemplación y para las fotos de rigor. En la lejanía, desde tan privilegiada atalaya, llega a vislumbrarse el Pantano de Cubillas.
Aquí pensé en Iwo Jima. Así están las cabezas
Desde aquí toca ir descendiendo, aprovechando el Barranco del Puerto que se encuentra al norte de la cruz, llegar a la carretera e irla cruzando con cuidado, entre encinas y olivos, mientras contemplamos cuevas y escaladores en las paredes que nos cercan. Finalmente llegamos al punto en el que dejamos los coches.
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Excursión realizada el día eleven de diciembre 2016.
Se trata de un trayecto de dificultad media-baja que da comienzo en Güejar Sierra y finaliza en Granada capital. La distancia cubierta se situó en torno a los 16 km hasta la altura de Puente Verde.
En esta ocasión nos desplazamos por medio de autobús de línea hasta Güejar Sierra, uno de esos pueblos con un encanto especial y sabor montañero, que da acceso a múltiples rutas a uno y otro lado del Genil.
Una vez allí nos pertrechamos prudentemente contra el frío aunque al last no hubo tal. Desde el lugar en el que nos dejó el autobús ascendemos junto a la plaza principal del pueblo y ascendemos por la izquierda. Es esta la parte de mayor desnivel, llevadero no obstante. En breve queda a nuestras espaldas el pueblo y algo más al oeste, el pantano de Canales. Proseguimos.
El ascenso nos lleva junto al Cerro de las Trincheras y nos ofrece las primeras panorámicas de la Sierra, hoy haciendo honor a su nombre, Nevada. El sol y el cielo despejado. Poco más puede pedir el caminante.
Aún nos elevamos otro poco y ascendemos al Alto de los Jarales, nuestro techo de hoy, que ronda los 1475 metros.
Hacemos descanso y desayuno en este punto.
Podemos dirigir la vista al noroeste y vislumbrar la Sierra de Huetor, Huetor Santillán, las minas a cielo abierto, Quentar… Al sur el Embalse de Canales y más hacia el este, la cara norte de Sierra Nevada y sus picos brillantes de nieve. Al oeste, el terreno sigue un continuo descenso y puede ya intuirse en la lejanía, Granada.
Vista hacia el oeste desde el Alto de los Jarales
Escondidas, entre la poca maleza que crece en estos altozanos, pueden encontrarse aquí y allá algunas setas. Por lo demás la vegetación es escasa.
El sendero, de ahora en adelante todo descenso, nos lleva primeramente a una caseta y más tarde, siguiendo el cresteo, hasta el Alto de Crucero Gallo, que cobija por el norte al pueblo de Pinos Genil.
Caseta
Cresteando
Cruz en el Alto de Crucero-Gallo. Al fondo el embalse de Canales y Sierra Nevada.
Tras una bajada algo más dificultosa por el estado del sendero llegamos a una pista zigzagueante que nos da la opción de bajar a Pinos Genil seguir hacia el este. Nosotros debemos continuar por esta última.
Según bajamos nos empezamos a ver rodeados de algunos árboles, especialmente olivos, cuyas aceitunas andan ahora vareando pues es época.
Olivo cargado de frutos
Llegamos a la estribación de la carretera que habremos de cruzar, pero justo antes dejamos a un lado las ruinas de lo que fue una fábrica de papel, al parecer llamada en su tiempo El Blanqueo”. Hoy día su enhiesta torre se erige testigo mudo de la labor empresarial y filantrópica de la familia Wilhelmi. Aunque la fábrica la fundó Fernando Wilhelmi, durante cierto tiempo la dirigió la interesante, avanzada y hoy día algo olvidada Berta Wilhelmi, aquella a la que hoy día asocia todo el mundo en Granada al Sanatorio de Tuberculosos de la Alfaguara y por motivos harto espurios para sus merecimientos. Otra de tantos granadinos” nacidos fuera, como el Duque de San Pedro Galatino, enamorados de Granada, y terriblemente dejados a un lado con el paso del tiempo salvo, quizás, en Pinos Genil. Vaya desde aquí mi reconocimiento y admiración. Para quienes deseen conocer un poco más de Doña Berta:
Ruinas de la fábrica de papel
Disculpen la digresión: estábamos cruzando la carretera. Llegamos a un campo de fútbol de area, lo circunvalamos y atravesamos después un puente a la altura de la unión del Aguas Blancas y el Genil. Proseguimos en dirección oeste por un bonito paraje típico de vegetación ribereña otoñal mientras dejamos Cenes de la Vega hacia el norte. No tardamos en alcanzar las estribaciones de la capital granadina en la que popularmente se conoce como avenida carrera del Colesterol por motivos obvios.
Desde aquí existen variantes como el ascenso al Cerro del Sol visitar la Fuente de la Bicha y ascender para salir hacia El Serrallo. Nosotros optamos por terminar la excursión saliendo al Paseo de la Bomba y desde ahí a nuestras respectivas casas.
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